HITO (2024) EN LA OBRA DE MIREYA MARTÍN LARUMBE

Por Alicia G. Hierro

En N.N. Nomen Nescio (2024), Mireya Martín Larumbe nos enfrenta a la muerte, al olvido y a la memoria desde una sinceridad que conmueve. Huesos, fuego y materia se funden en una obra que es reliquia y pregunta. Una conversación íntima con la artista sobre la pérdida, la trascendencia y el poder transformador del arte.

N.N. Nomen Nescio, es la última exposición de Mireya Martín Larumbe en la sede del Centro de Arte Contemporáneo de Huarte, en Navarra. En un breve título afirmativo Nomen Nescio (‘Desconozco el nombre’), la autora confiesa la imposibilidad de acceder a la identidad. Una sencilla afirmación basta para dejar en suspenso lo desconocido. 

En latín, la abreviatura N.N. resume incluso más, convirtiendo la doble negativa en una sigla oscura. En estados totalitarios como el nazismo y en regímenes dictatoriales iberoamericanos se usó el empleo de N.N. para designar atentados y secuestros. En Alemania, las siglas aparecían en el Decreto NN, que significaba “Nacht und Nebel” (‘Noche y Niebla’) viniendo a describir con ello los terribles raptos y confinamientos dirigidos hacia las cámaras de torturas y exterminio. Las víctimas dejaban de tener nombre, sin declaración alguna, y eran aniquiladas. Sin rastro, y sin nombre.

En la sala central de Huarte encontramos una urna rectangular colocada sobre un pedestal. Dentro de ella, reposan huesos de tibia y peroné calcinados. No es una representación escultórica, son los restos auténticos de una yegua para consumo humano. La caja monumental ha sido sometida a un alto nivel de combustión y tras el intenso humo y hedor desprendido a quinientos grados, el resultado ha sido un nuevo conjunto extrañamente petrificado. Vemos el cubo de arcilla refractaria abierto cual reliquia, mostrando los huesos negros y brillantes, con un resplandor oleoso que recuerda a petróleo, a neumático, a gasoil sobre la superficie. ¿Podría ser igualmente un sarcófago albergando los restos de un ser humano?

Alicia: N.N. Nomen Nescio es una muestra que resume la etapa existencial más dura de tu carrera ¿puedes indicarnos si ha supuesto un antes y después en tu trayectoria? 

Mireya: Pienso su relevancia especialmente hacia el futuro, si bien N.N. es consecuencia de toda una labor de años de práctica artística en la que trato de aproximarme al hecho radical de la muerte.

Lo que me interesa particularmente es el giro que ha supuesto en cuanto al posicionamiento de mi voz como creadora, porque me ha permitido moverme desde lo confesional y simbólico hacia una voz íntima que se reconoce en lo colectivo y universal. Ahora ya no hablo de mí desde el yo. No estoy generando símbolos para contar mi propio relato autobiográfico, sino que estoy trabajando desde la propia existencia en un contexto muchísimo mayor, que me precede y excede en tanto que ser individual y finito.

Con mi trabajo no busco respuestas ni conclusiones, sino que me ayuda a vivir, a situar la idea de la muerte y a convivir con ella. Ya no la miro con el temor de antes. Reconozco un miedo, pero que de alguna forma se ha ido suavizando al entenderme como parte de un todo más grande, y esto ha sido, a su vez, reconfortante en el momento que atravieso estos últimos años.

A: Mireya, vamos a indagar en la pieza central, que es la que motiva esta entrevista, dime ¿Por qué has elegido un apelativo tan singular como Hito?

M: El título de mis obras siempre aparece después, una vez terminadas. En esta ocasión, lo que sucedió durante el proceso de trabajo, pese a su carácter experimental, fue tan sorprendente que marcó incluso el sentido del proyecto dentro del que se enclava. Un hito es un momento clave, un hecho cuya importancia es más que notable. La rotundidad de esta pieza hizo que cambiara el sentido del proyecto, que todo encajara, de ahí que recurriera a este término.

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Lee la entrevista completa en el Vol. 3 “Fuego” de Transfiguración.

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